¿Qué hace falta para que renuncies a tus sueños?

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«Si todas las ideas con potencial que no has llevado a cabo fuesen fantasmas que se presentasen ante tu cama en la hora de tu muerte, ¿con cuántos espíritus te enfrentarías?»

Muy poca gente no querría ser como Bill Gates, Steve Jobs o Amancio Ortega, visionarios que supieron jugársela y fundar verdaderos imperios, que tuvieron una idea y lucharon hasta llevarla a cabo y revolucionar el mundo. Además, en el proceso ganaron tanto como para recibir críticas por no gastar lo suficiente en beneficencia y para poder retirarse bastante antes que el resto de los mortales. No es solo el dinero o la fama, el hecho de luchar por tus ideas es una sensación que todos deberíamos experimentar para sentirnos completos. No intentarlo puede quemarnos por dentro el resto de nuestras vidas. Y son esas personas que trabajan de 9 a 6 las que más tienen que aportar y no han podido o querido y las que deben darse cuenta que aún están a tiempo.

Esta sensación me la transmitió un familiar que con ya varios hijos y trabajando de funcionario. Me confesó en un viaje en coche que lo cambiaría todo por poder haber montado una empresa basado en una idea innovadora hace 20 años. Cada día se levanta pensando en las oportunidades perdidas y ya consideraba que no podía introducir nada de riesgo en su vida, demasiadas ataduras y poco que sacar en claro a estas alturas.

Así que, ¿qué es lo que es necesario para que la gente renuncie a sus aspiraciones más profundas y acepte trabajar para cumplir los sueños de otros? El tiempo, la seguridad, el dinero fácil, la falta de visión o simplemente la pereza han matado demasiados buenos proyectos incluso antes de que empezaran. Es difícil decirle a tus padres que renuncias a una buena oferta de trabajo en una gran empresa por un futuro incierto y difícil de explicar. Y es por eso que los mejores talentos se acomodan en puestos en los que desaprovechan su potencial y no dejan verdadera huella de su paso. El gris y rígido sistema de educación al que nos vemos expuestos refuerza ese miedo acérrimo al riesgo y al cambio.

Decía Kike Sarasola en el acto de clausura de South Summit que valoraba más en un CV cuánto había fracasado la gente y el aprendizaje que habían obtenido de ello que todas las formaciones y cursos del mundo. La experiencia práctica es la que difícilmente olvidamos, y ese es el espíritu de Start UC3M. Ayudaros (y ayudarnos) a conseguir las habilidades necesarias para poder llevar tu sueño a cabo con ciertas garantías, pero sobre todo a que creáis que es posible. Hay millones de excusas para no hacerlo, elige la tuya, pero en algún momento tendrás que preguntarte qué es lo que hizo falta para que renuncies a tu sueño.

Equipo Start UC3M South Summit

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